En Colombia, país multi-étnico, vivimos aproximadamente 10 millones de hombres y mujeres afrodescendientes. Existen regiones donde la mayoría de su población es negra. Esto nos lleva a preguntarnos por la historia de nuestro pueblo afrocolombiano, para conocer, amar nuestras raíces y luchar por el fortalecimiento de nuestra identidad.
Centro de Abastecimiento y Distribución
Los historiadores señalan que entre 150 mil y 200 mil esclavizados entraron por Cartagena y fueron distribuidos hacia Ecuador, Venezuela, Panamá y Perú. De estos más o menos 80 mil quedaron en Colombia.
Comprados en Cartagena y Mompox eran conducidos hacia los mercados del interior, a través de los ríos Cauca y Magdalena. Como centro secundario de comercio se constituyeron: Popayán, Santa fe de Antioquia, Honda (Tolima), Anserma (Caldas), Zaragoza y Cali.
En los primeros años, de cada 100 esclavos 30 eran mujeres y los otros 70 eran hombres pues los esclavistas preferían a los hombres, para trabajar en las minas y haciendas, se despreciaban a los ancianos y a los niños. Posteriormente, cambian de estrategia y empiezan a traer más mujeres para garantizar el nacimiento de más esclavos.
Actualmente el pueblo afrocolombiano está presente en 800 municipios del territorio nacional, incluyendo las regiones oriental y amazónicas. Los principales territorios afrocolombianos son: las llanuras del Atlántico y del Pacífico, los valles medio y bajo de los ríos Magdalena y Cauca, Urabá y Norte del Cauca. Las concentraciones urbanas más importantes están el las ciudades de: Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Santa Marta, Riohacha, Montería, Sincelejo, Buenaventura, Quibdó, Tumaco, Turbo y Guapi.
Trabajos de Hombres y Mujeres Esclavizados
El pueblo afrocolombiano fue esclavo en las minas de Zaragoza, Cartago, Santafé de Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Chocó y Nariño. En el servicio doméstico en Santa Marta, Santafé de Bogotá, Cali, Popayán y Santafé de Antioquia; como agricultor y ganadero en la costa Atlántica, Valle del Cauca, Huila, Tolima y los Llanos Orientales; como boga por el río Magdalena; cargueros y cargueras por trochas y caminos. En lugares varios fueron forzados a trabajar como artesanos.
Gracia al trabajo de los africanos y sus descendientes fue posible el desarrollo del país y el crecimiento del capitalismo. Las ganancias de la producción generada por el trabajo esclavo llevaron al proceso de industrialización de Europa, mediante el cual se avanzó hacia el modo de producción capitalista que luego se desarrolló en Colombia.
Una variedad en el servicio doméstico en el ámbito urbano lo constituyó el esclavo convertido en fuente inmediata de ingreso para sus dueños; niños de 10 años, (hombre y mujeres) eran despachados por la mañana a buscar la vida, y debían regresar en la noche con dinero para sus amos; los hombres buscaban ganarse un jornal y las mujeres se dedicaban a la venta de frutas y dulces. La exigencia de algunos amos frente a la renta diaria dio origen a que algunas esclavas se dedicaran a la grillos y grilletes usados por los tratantes de esclavos.
Mientras los esclavizados trabajaban eran vigilados por los capataces y, a un intento de descanso, eran castigados con el látigo. Si una persona africana o sus descendientes trataban de huir o en efecto huían y eran capturados los colgaban de una viga, se les daban 50 latigazos y más. Si el que huía era un capataz, o líder era cortado en pedacitos colocando parte de sus miembros en las plazas, para que los demás cogieran escarmiento. Si una mujer embarazada cometía un delito se hacía un hueco en la tierra donde se le metía la barriga y en la espalda le daban rejo; a los que huían al monte los perseguían con perros y si lograban cogerlo, como castigo le rompían el tendón del pie y le hacían cargar un hierro, en otros lugares les cortaban el pie o lo peor, los condenaban a muerte. Otros castigos eran:
-El corte de la lengua, cuando hablaban su idioma nativo.
-El vaciamiento de un ojo.
-La castración.
-El baño en aceite hirviendo. Todo esto reglamentado en las leyes.
Una sola lengua, una sola religión
Los dos grupos lingüísticos dominantes entre los africanos llegados a Colombia son: El bantú y el sudanés, los esclavizados generalmente estaban en condiciones de comunicarse con grupos tribales vecinos mediante el conocimiento de dos o tres lenguas o dialectos cosa que no le convenía al esclavizador. Por eso, para obligarlos a olvidar su lengua nativa, se les separaba de su grupo tribal y vecino; se les mezclaba con personas de otras tribus. La necesidad de comunicación se impuso y la lengua castellana pasó a ser la lengua usada, con la excepción del Palenque de San Basilio, donde quedó la lengua palenquera y San Andrés y Providencia donde se construyó una lengua criolla con expresiones del inglés, castellano y lenguas africanas.
Por otro lado los doctrineros debían instruir en la fe católica a todos los esclavizados buscando alejarlos de sus practicas religiosas (ritos, mitos, cantos, dioses y visión de mundo) aludiendo que eran practicas diabólicas. Para ser reconocido en la nueva sociedad tenían que pertenecer a la religión católica. Recibir el sacramento del bautismo era una condición indispensable para entrar a la América hispánica, según las normas de la corona española, que prohibía la entrada a judíos, herejes y paganos.
La mayor referencia a la metodología de adoctrinamiento a los esclavos en Colombia es la de los jesuitas Alonso de Sandoval y Pedro Claver. Sobre todo de este último, quien tuvo como principal ocupación la acogida de los africanos y su bautismo a través de una catequesis que tenía como característica propia el amor y la caridad. La utilización de la cruz les permitió entrar al alma del pueblo negro, pues identificaban el sufrimiento de Cristo con el propio sufrimiento, además para el grupo bantú existía la referencia de la cruz Elegua.
A pesar de ser una religión impuesta, pronto encontró muchos elementos comunes en la espiritualidad de las diferentes tribus de origen y se empezaron a recrear las tradiciones religiosas que llegan hasta nuestros días, en el ritual mortuorio, el agua del socorro, los alumbrados a los Santos, los alabados y arrullos, lo mismo que las fiestas patronales.
En Colombia, como en los países que fueron colonias españolas e inglesas, se conservaron elementos dispersos de la espiritualidad africana debido al adoctrinamiento cristiano intenso de españoles e ingleses, en cambio en las colonias portuguesas y en las islas del Caribe fue posible la conservación de estructuras y elaboración de nuevas síntesis que hoy conocemos como religiones afroamericanas. Es el caso del Candomblé y la Macumba en Brasil, el Vudú en Haití, la Santería en Cuba y República Dominicana y la filosofía religiosa Rastafari, practicada especialmente en Jamaica, entre otras.
Resistencia de Mujeres Afrocolombianas
Las mujeres africanas esclavizadas y sus hijas nacidas en América, se rebelaron siempre ante esta humillación, cada una, según el lugar donde fue ubicada, buscaba la forma de liberarse y de liberar a sus descendientes de esa situación:
Fueron formas de resistencia radicales el suicidio, el asesinato de los propios hijos y el aborto provocado, pensando que la muerte era preferible a la esclavitud. Pero la forma más significativa para el proceso como pueblo afrodescendiente, fue la participación en los palenques:
Al lado de Benkos es preciso rescatar la figura de su esposa Wiwa, reina del Palenque de Sierra María, quien con su hija Orika, princesa del palenque de San Basilio, reconocida cimarrona, y su hijo Sando, continuó el proyecto de libertad, después de la muerte del líder, esposo y padre el 16 de marzo de 1621.
Encontramos otros testimonios de mujeres palenqueras, que no solo apoyaban la lucha de los hombres, sino que eran grandes guerreras como Polonia, y Agustina.
Otra forma de resistencia fue la labor de las niñeras, nodrizas y ayas quienes sometidas al estilo de la casa grande, utilizan el cuidado de los niños de los amos para hacerles conocer los valores culturales propios, por medio de historias y cantos de cuna. Aquí se trata de un proceso lento, difícil de demostrar pero que hoy descubrimos reflejado en la mentalidad de la cultura latinoamericana.
Es importante rescatar la memoria de la resistencia de las mujeres afrocolombianas, como un estímulo al proceso actual, donde es preciso despertar el liderazgo femenino para defender la propia identidad y el territorio. Hoy no es extraño encontrar mujeres afrodescendientes al frente de organizaciones, de procesos económicos comunitarios y de investigación de la cultura.
Etnodesarrollo en Manos de Mujeres Afrodescendientes
El aporte de las mujeres afrodescendientes en el campo económico se ha invisibilizado y subvalorado, por eso es necesario socializarlo como una forma de estimular la autoestima y el deseo de capacitación para la mujer de hoy.
A) En el Sector Rural
En el sector rural podemos resaltar el trabajo en la minería. Inicialmente se trabajaban las minas de los amos, pero luego como espacio libre son trabajadas por grupos familiares. Las mujeres afrodescendientes siguen teniendo un puesto especial en el estilo rudimentario tradicional de extraer el oro llamado mazamorreo. Este duro trabajo le ha permitido sobrevivir a muchas mujeres y aportar para sacar adelante la familia. Cuando las cosas salen bien es posible conseguir alguna alhaja, para satisfacer la vanidad femenina y como un sistema propio de ahorro, pues en caso de necesidades se puede empeñar.
La agricultura, en la costa pacífica colombiana tiene espacios propios para la mujer, para su economía, es el caso del cultivo de la caña y la destilación y comercialización del viche. En el cultivo del arroz, la mujer debe aportar en la desyerbada y cosecha, pero cuando hace estos trabajos a otras personas siempre su salario es inferior comparado con el del hombre.
Es importante resaltar el trabajo que realizan las mujeres en el campo de las empresas comunitarias. Las mujeres de Noanamá trabajan en la elaboración de vinos de frutas y hierbas medicinales de la región (albahaca, limoncillo, marañón, borojó, aguacate...), también en el Patía hay un grupo de mujeres que hacen y exportan mermeladas. Estas mujeres y todas las que toman las riendas de su propia economía son dignas de nuestro apoyo y agradecimiento por ser gestoras de su propio etnodesarrollo.
En el campo rural es significativo el aporte de las mujeres afrocolombianas en el magisterio y la centenaria conservación cultural que mantienen a través de la enseñanza. No hay que pasar desapercibido el papel que las mujeres Afrocolombianas han desempeñado a nivel organizativo, su vinculación a los procesos comunitarios ha fortalecido el etnodesarrollo en la zona rural.
B) En El Sector Urbano:
En el sector urbano la tradición más antigua está relacionada con las ventas de frutas y dulces, como es el caso de las palenqueras:
Estas mujeres en la temporada alta o de vacaciones en Cartagena y Santa Marta, se han convertido en símbolo de expresión estética y adorno, atrayendo a los turistas al caminar con mucho garbo con sus frutas en la cabeza. Actualmente se ha incrementado al lado de las ventas el servicio de los peinados afro, con las trencitas que tanto atraen a los visitantes.
Otro campo muy fuerte es el de servicios domésticos, que ha sido tradicionalmente la entrada al mundo urbano, y a la movilidad social, pero se sigue desarrollando en la mayoría de los casos en condiciones degradantes. Casi siempre faltan condiciones de seguridad social, pueden ser despedidas sin previo aviso, y la sombra del acoso sexual siempre aparece. La mayoría de las mujeres son madres que deben dejar sus hijos con las abuelas o en el campo, mientras ellas se rebuscan la vida. Pero alrededor del trabajo doméstico en las grandes ciudades de Colombia, como Bogotá, Medellín y Cali, se ha elaborado toda una cultura de solidaridad y compartir. Generalmente se tiene un lugar determinado (el parque Berrío en Medellín, el terminal de Cali, el parque Caldas en Popayán...) como lugar de encuentro y compartir los días festivos y de descanso.
Detrás del incremento del trabajo doméstico hay dos factores básicos: Por el lado de la oferta, la capacidad de poder dejar a los niños con las abuelas en la costa o en el campo, da a las madres que tienen que trabajar un margen competitivo que aumenta su participación en el servicio doméstico. Por el lado de la demanda, la imagen generalizada de las mujeres negras como sirvientas abre este particular mercado de trabajo a las mujeres chocoanas y del Pacífico colombiano, de la misma manera como hace más difícil para ellas el entrar a cualquier otro espacio. Por este motivo es un desafío valioso apoyar a las mujeres afrodescendientes que trabajan en el servicio doméstico, motivar su organización para conocer y exigir sus derechos, propiciar la capacitación.
Lavandería y culinaria son practicas de trabajo para las mujeres en los centros urbanos que les permiten un poco de flexibilidad en el manejo del tiempo propio. Muchas mujeres negras trabajan en la cocina de restaurantes, pues es reconocido tradicionalmente el buen gusto para la culinaria. Habría que incrementar los Restaurantes manejados por las mismas mujeres, para que así la utilidad se incremente y permita una mayor producción.
En el magisterio se encuentra otro campo grande de labor para la mujer afrodescendiente, podemos remontarnos al aporte del Dr. Diego Luis Córdoba (1907-1964), primer senador chocoano y gran líder del pueblo afrocolombiano, que logró la creación de las Escuelas Normales para el Chocó. Desde esa época muchas mujeres afrodescendientes aprovecharon esa oportunidad y se entrenaron como maestras, encontraron trabajo en el Pacífico y fuera de su región. Es muy común encontrar maestras y maestros del Chocó y del Pacífico en regiones tan aisladas y distantes como los Departamentos de Guainía y Meta o en la cuenca amazónica. Es importante estimular el trabajo de las educadoras afrodescendientes e invitarlas a aprovechar el espacio tan valioso de la educación formal para trasmitir los valores propios de la cultura y las motivaciones a fortalecer el proceso como pueblo negro.
C) Participación en el proceso organizativo y en el campo político:
Progresivamente aumenta la participación de las mujeres afrodescendientes en los procesos organizativos de base, en las Comisiones Consultivas Departamentales, en la Comisión Pedagógica Nacional, y en espacios locales de las alcaldías. A nivel nacional se puede destacar Zulia Mena, desempeñó por un período la curul del proceso afrocolombiano en la Cámara de Representantes, elegida por la circunscripción espacial, ganada con la Ley 70 de 1993. Piedad Córdoba, adscrita al partido liberal, se identifica también como afrocolombiana y desde el senado ha apoyado el proceso del pueblo.
El Precio de la Libertad
Después de la independencia, el negro ahondó más en el conocimiento de su situación de esclavo y marginado al participar activamente en las acciones de guerra. Rompió su aislamiento y lo llevó a otras regiones y a detectar otras realidades.
En el Cauca los negros pagaban 10 días de trabajo como impuesto de terraje a la familia Arboleda por el terreno para subsistir. La respuesta fueron levantamientos como los de los colonizadores de Río Palo en Puerto Tejada y Santander de Quilichao que resistieron a los hacendados y a los embates del capitalismo agrario. Desde aquí, muchos se movilizaron hasta establecerse en el litoral Pacífico y las zonas mineras de Barbacoas, en los ríos Telembí y Guelmanbí.
En 1.874, mediante la ley 51, el gobierno determinó la adjudicación de terrenos baldíos a quienes los estuvieran cultivando; se desató un masivo proceso de colonización y desplazamiento de población en busca de tierras, se favoreció especialmente a los grandes terratenientes. Muchos negros mineros y cultivadores de baldíos, por falta de conocimiento e información, no reclamaron la adjudicación y durante un siglo fueron considerados "colonos" en sus propias tierras.
Ha pesar de todas estas circunstancias adversas, a lo largo de este pequeño escrito, hemos descubierto el liderazgo y la capacidad de lucha de hombres y mujeres africanos y afrocolombianos. Han sido capaces de sobrevivir y trasmitir la esencia de la cultura a sus descendientes, creando y recreando nuevas formas de convivencia interna, con los otros pueblos, con la naturaleza y con las fuerzas espirituales.
Desde la Pastoral afrocolombiana se está haciendo realidad el reconocimiento del aporte del pueblo negro a la vida de la Iglesia y de la sociedad, de forma concreta en la liturgia, en la valoración y defensa de la vida, en la vivencia de la solidaridad, en el liderazgo de las mujeres negras, en la presencia de Sacerdotes y Religiosos/as, animadores y animadoras afrocolombianos, y en el apoyo decidido al proceso integral del pueblo afrocolombiano.
Somos conscientes de que falta mucho por hacer: Muchas personas aún no asumen su identidad afro, la violencia afecta muchos territorios ya titulados a las comunidades negras, la situación de marginación y pobreza extrema sigue siendo un denominador común, la reflexión teológica propia apenas se ha empezado a sistematizar. Pero el camino recorrido y los logros obtenidos permiten soñar en la realización del Reino de Dios, como un futuro afrocolombiano próspero y feliz.